En defensa de la democracia en la era digital
A lo largo de los últimos meses, hemos descubierto el verdadero alcance del la vigilancia masiva a la cual todos los ciudadanos estamos expuestos. Con tan solo unos clics en un ordenador, los Estados pueden espiar nuestros móviles y correos electrónicos, acceder a nuestras redes sociales y revisar las búsquedas que realizamos en Internet. Tienen acceso a nuestras convicciones y actividades políticas y pueden, en colaboración con las grandes empresas de Internet, recoger y almacenar nuestros datos y predecir nuestro consumo y nuestro comportamiento.
El pilar de la democracia es el respeto a la integridad del individuo. Pero la integridad humana va más allá del cuerpo físico. En sus pensamientos y en sus entornos personales y de comunicación, todos los seres humanos tenemos el derecho a una intimidad libre y sin molestias.
Este derecho esencial ha quedado reducido a la nada por el abuso del desarrollo tecnológico por parte de Estados y de empresas para la vigilancia masiva a los ciudadanos.
Una persona bajo vigilancia no goza de libertad; una sociedad bajo vigilancia permanente no es una democracia. Nuestros derechos democráticos deben seguir vigentes tanto en el espacio virtual como en el real:
- La vigilancia viola la esfera privada de los ciudadanos y compromete su libertad de pensar y de opinar.
- La vigilancia masiva trata a cada ciudadano como sospechoso, comprometiendo un logro histórico: la presunción de inocencia.
- La vigilancia hace transparente al individuo, mientras que el Estado y las corporaciones operan en secreto. Como estamos viendo, el poder excede sistemáticamente sus límites.
- La vigilancia es robo. Los datos conseguidos no son propiedad pública: nos pertenecen a nosotros. Si son utilizados para predecir nuestro comportamiento, entonces nos roban otra cosa: el libre albedrío, indispensable para la libertad en democracia.
EXIGIMOS tener el derecho de co-decidir cuáles serán los datos personales que pueden ser recolectados, almacenados y compilados, y por quién. Exigimos estar informados acerca de dónde permanecerán almacenados nuestros datos y de qué manera serán utilizados. Y exigimos que esos datos sean borrados cuando sean recogidos y almacenados de forma ilegal.
HACEMOS UN LLAMAMIENTO A TODOS LOS ESTADOS Y EMPRESAS a respetar y reconocer estos derechos.
HACEMOS UN LLAMAMIENTO A TODOS LOS CIUDADANOS a defender estos derechos.
PEDIMOS A LA ONU que reconozca la importancia central de la protección de los derechos civiles en la era digital y que cree una Convención internacional de los Derechos Digitales.
PEDIMOS A LOS GOBIERNOS que acepten y respeten tal convención.
A lo largo de los últimos meses, hemos descubierto el verdadero alcance del la vigilancia masiva a la cual todos los ciudadanos estamos expuestos. Con tan solo unos clics en un ordenador, los Estados pueden espiar nuestros móviles y correos electrónicos, acceder a nuestras redes sociales y revisar las búsquedas que realizamos en Internet. Tienen acceso a nuestras convicciones y actividades políticas y pueden, en colaboración con las grandes empresas de Internet, recoger y almacenar nuestros datos y predecir nuestro consumo y nuestro comportamiento.
El pilar de la democracia es el respeto a la integridad del individuo. Pero la integridad humana va más allá del cuerpo físico. En sus pensamientos y en sus entornos personales y de comunicación, todos los seres humanos tenemos el derecho a una intimidad libre y sin molestias.
Este derecho esencial ha quedado reducido a la nada por el abuso del desarrollo tecnológico por parte de Estados y de empresas para la vigilancia masiva a los ciudadanos.
Una persona bajo vigilancia no goza de libertad; una sociedad bajo vigilancia permanente no es una democracia. Nuestros derechos democráticos deben seguir vigentes tanto en el espacio virtual como en el real:
- La vigilancia viola la esfera privada de los ciudadanos y compromete su libertad de pensar y de opinar.
- La vigilancia masiva trata a cada ciudadano como sospechoso, comprometiendo un logro histórico: la presunción de inocencia.
- La vigilancia hace transparente al individuo, mientras que el Estado y las corporaciones operan en secreto. Como estamos viendo, el poder excede sistemáticamente sus límites.
- La vigilancia es robo. Los datos conseguidos no son propiedad pública: nos pertenecen a nosotros. Si son utilizados para predecir nuestro comportamiento, entonces nos roban otra cosa: el libre albedrío, indispensable para la libertad en democracia.
EXIGIMOS tener el derecho de co-decidir cuáles serán los datos personales que pueden ser recolectados, almacenados y compilados, y por quién. Exigimos estar informados acerca de dónde permanecerán almacenados nuestros datos y de qué manera serán utilizados. Y exigimos que esos datos sean borrados cuando sean recogidos y almacenados de forma ilegal.
HACEMOS UN LLAMAMIENTO A TODOS LOS ESTADOS Y EMPRESAS a respetar y reconocer estos derechos.
HACEMOS UN LLAMAMIENTO A TODOS LOS CIUDADANOS a defender estos derechos.
PEDIMOS A LA ONU que reconozca la importancia central de la protección de los derechos civiles en la era digital y que cree una Convención internacional de los Derechos Digitales.
PEDIMOS A LOS GOBIERNOS que acepten y respeten tal convención.